El mérito, además de al propio ejemplar y a que su especie –el baniano– sea el árbol nacional de la India, al que nadie osa quitar una sola hoja, se debe también al lugar sobre el que se asienta y al trabajo que realizan sobre él operarios de la zona que guían sus raíces a través de postes, refuerzan las ramas más pesadas y garantizan que su árbol no se queda sin agua y sigue creciendo. En estos momentos, lo hace a un ritmo de unos 15 centímetros al año.
Así, el baniano no crece desde el suelo, como la mayoría de especies, sino que lo hace a la inversa después de germinar en un muro o en otro árbol sobre el que va extendiendo trenzas hasta que llega al suelo. Entonces, se aferra a la tierra, se endurece y, acaba por engullir al ejemplar sobre el que creció para continuar expandiendo sus ramas en horizontal e ir repitiendo la misma operación, con nuevos troncos que se aferran al suelo creando la ilusión de estar ante una gran arboleda.
Con toda su leyenda, Thimmamma Marrimanu continúa creciendo lentamente en un claro entre montañas en las proximidades de Anantapur, donde los hindúes siguen acercándose a él para plagar sus ramas de lazos, como manda la tradición, y convertirlo incluso en lugar de peregrinación. Y es que en este baniano, uno de los muchos que crecen en la india, ven los lugareños propiedades mágicas para que maldiciones caigan sobre quien le corta una hoja o, en sentido inverso, para aumentar la fertilidad de las parejas sin hijos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario